Alguna vez te has preguntado ¿qué hubiera pasado si hubieras hecho las cosas de manera diferente? o ¿qué hubiera sido de ti si hubieras nacido en una situación diferente? Es una interrogante que en algún momento de nuestra vida todos nos hemos hecho, poniendo circunstancias hipotéticas para imaginar un mejor futuro o mejores resultados.
Dejando fuera el tema de la inexistencia de los mundos imaginarios, siempre será más fácil escudarnos en las circunstancias que vivimos como un obstáculo para llegar a las metas y planes que deseamos alcanzar. La familia, el estrato social al que creemos pertenecer, las amistades, el entorno y un sin fin de cosas podrán marcar una tendencia de lo que podría ser nuestra vida si seguimos el mismo camino en que siempre hemos caminado.
Grandes pensadores y escritores han hablado del tema, siendo un principal expositor el filósofo José Ortega y Gasset con la frase “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”, aparecida en Meditaciones del Quijote. Ortega remarca la idea en que todo lo que rodea al hombre es parte de la esencia del mismo, diciendo que “forma la otra mitad de la persona”.
Pero, ¿realmente las circunstancias hacen al hombre o es el hombre quien hace las circunstancias de su vida?
Creo que, si bien, hay cosas inherentes a nuestro ser, no tienen estos porque ser una realidad absoluta de lo que podemos alcanzar a realizar en nuestra vida. Pensamos que, quizá, será más fácil alcanzar una meta profesional o económica si nunca hubo dificultades en tu entorno sobre esos temas. O en lo contrario, que será más difícil alcanzar una meta si en tu vida viste carencias y problemas económicos.
Pero estas tendencias no tienen por qué marcar una verdad absoluta, siendo referencias de estos cambios una infinidad de casos de personas que lograron alcanzar el éxito profesional y económico habiendo vivido en situaciones complicadas en su familia, viviendo en la calle o inclusive viviendo en la pobreza extrema.
Pienso entonces que fueron estas circunstancias complicadas las que hicieron que estas personas buscaran hacer un cambio a lo que siempre habían vivido, gracias a estas experiencias es que pudieron saber qué anhelar y qué buscar para hacer ese cambio que tanto querían. Podría entonces deducirse que estas circunstancias complicadas hicieron a las personas de éxito.
Haber sufrido carencias, hambre, frío, tristeza, soledad fueron circunstancias que impulsaron buscar su crecimiento personal. Entonces, surgen dos interrogantes: ¿por qué existen personas que vivieron esas mismas malas situaciones y no lograron cambiar esos patrones de conducta? y ¿por qué existen personas que parecían vivir en una situación perfecta y no fueron felices?
Mi respuesta a ambas interrogantes, tiene una misma connotación: la perspectiva de la vida. Si bien hay muchas personas que comparten similares condiciones y circunstancias de vida, es impensable creer que todas tendrán el mismo futuro. Esto tiene que ver principalmente en la diferente forma de percibir su entorno, de percibir su situación, de percibir su vida.
Existen personas que ven los problemas, las caídas y los errores como aprendizaje y crecimiento personal, mientras otros que ven estas situaciones como una justificación de su vida y, en casos más extremos, personas que lo ven como una forma de hacerse las víctimas de sus circunstancias.
Creo que no hay una verdad absoluta respecto al tema y ninguna visión de la vida es errónea o correcta, cada quien decide como tomar las circunstancias que la vida le presenta. Lo que sí es una verdad, es que cada decisión que tomes afectará directa o indirectamente el camino que te queda por recorrer.
Más allá de buscar el motivo del por qué pasaron las cosas y de imaginar mundos utópicos de situaciones que jamás existirán, debemos buscar trascender más allá de nuestras circunstancias, no dejándonos llevar por la tendencia y siempre ser críticos de nuestro entorno.
Si bien, tus experiencias serán parte importante de tu ser, debemos aprender a tomar las cosas siempre desde una perspectiva positiva, por el lado del aprendizaje. Experimentar malos momentos, errores que cometemos y las circunstancias que nos afligen pueden ser los mejores maestros de la vida.
Hay que aprender a no cegarnos por la gente que nos rodea, no dejarnos influir en cosas perjudiciales a nuestro ser y principalmente no dejar que roben nuestra felicidad y nuestros deseos de prosperar más allá de lo que estamos acostumbrados a ver.
Es verdad que jamás podremos huir de ciertas circunstancias, como que jamás dejaremos de ser familia de alguien que puede apagar tu chispa, es real que las circunstancias que te rodean pueden ser factores muy importantes para limitar tu crecimiento, pero únicamente dependerá de ti y de las decisiones que tomes el cómo afrontar esas situaciones.
No se trata de buscar dinero, no se trata de buscar vanidad y bienes materiales únicamente porque jamás los has tenido, va más allá de simples deseos superficiales. Se trata de lograr que tu entorno no limite tus deseos, que nada ni nadie frustre tu felicidad.
La felicidad y libertad deberían ser los principales motores que te impulsen a querer mejorar tus circunstancias, pero muy pocos que lo anhelan realmente trabajan por conseguirlo. Dejemos de imaginar mundos perfectos y trabajemos por conseguir la felicidad en este camino llamado vida, porque si bien las circunstancias hacen al hombre, tú puedes aprender a mejorarlas y a ser felices en ellas.